La investigación estimó que en el lugar vivían alrededor de 8000 peces de 27 especies distintas.
En la costa norte de Piura, una plataforma petrolera fuera de operación llegó a concentrar una alta diversidad marina. Esta estructura metálica funcionó como arrecife artificial y albergó especies de peces tropicales y de aguas frías, aves marinas, lobos marinos y recursos de valor comercial. A pesar de su importancia ecológica y del uso que le daban pescadores artesanales y operadores turísticos, en 2023 fue sometida a un proceso de retiro parcial.
El estudio que documenta este caso fue liderado por Diego Cuba, biólogo marino y egresado de la Universidad Científica del Sur, junto a Bernabé Moreno, investigador asociado de la misma institución. Publicada en la revista Neotropical Ichthyology, la investigación constituye el primer registro científico en el Perú sobre biodiversidad en torno a una plataforma petrolera marina, concretamente la plataforma MX-1, operada por Savia Perú, que fue primero abandonada en 2011 y luego parcialmente retirada en 2023.
El 27 de marzo de este año, una decisión judicial tomada tras una acción de amparo impulsada por biólogos marinos, conservacionistas y operadores turísticos determinó que la plataforma petrolera abandonada MX-1, ubicada frente a las costas de Los Órganos, en Piura, debía ser considerada como área de protección especial.
Sin embargo, esta medida fue posterior al retiro parcial de la estructura. De acuerdo con los investigadores, en la MX-1 se aplicó la estrategia conocida como topping strategy, que implicó retirar la parte superior de la plataforma hasta los 40–45 metros de profundidad. Es en ese rango donde se concentraba la mayor biomasa de peces registrada por el estudio.
“Algunos medios llegaron a presentar esta acción judicial como un intento de salvar la plataforma, pero eso no es correcto. Cuando se admitió la demanda, la sección que sostenía la vida marina ya había sido retirada. Por eso hablamos de un proceso paradójico, como asegurar a alguien después de haberlo perdido. Lo que sí rescatamos es la importancia de este antecedente legal, que podría abrir el camino para futuras discusiones sobre conservación en estructuras similares”, precisa Bernabé Moreno, biólogo marino e investigador asociado de la Universidad Científica del Sur y coautor del estudio.
El inicio de una investigación inédita
La idea de estudiar esta plataforma nació de la experiencia personal del investigador Diego Cuba durante prácticas de buceo en Los Órganos. “La primera vez que buceé en la plataforma quedé impactado por la gran cantidad de vida que se podía encontrar allí. Fue sorprendente registrar desde especies tropicales hasta peces de aguas más frías conviviendo en un mismo espacio”, recuerda.
La investigación, financiada por la Beca Cabieses 2021 de la Universidad Científica del Sur, se desarrolló en condiciones complejas. El muestreo se realizó en plena pandemia y a profundidades cercanas a los 40 metros, límite de profundidad del buceo recreativo de no-descompresión, lo que exigió una planificación rigurosa.
Los investigadores completaron seis inmersiones oficiales, además de dos muestreos piloto que permitieron afinar la metodología. “Al trabajar a esa profundidad teníamos apenas entre cuatro y cinco minutos efectivos para registrar datos sin riesgo de descompresión. Fue clave entrenar la identificación de especies previamente para aprovechar al máximo cada inmersión”, detalla Cuba.
Años más tarde, tras el retiro parcial de la estructura, Cuba volvió a bucear en la zona y comprobó que ya no existía superficie disponible entre 0 y 40 metros, precisamente donde antes se concentraba la mayor biodiversidad registrada.
Un arrecife artificial en pleno Pacífico
Los hallazgos fueron contundentes. Entre las 27 especies, el equipo identificó ocho especies de interés comercial, entre ellas el jurel del Pacífico sur, una de las más importantes para la pesca en el país. También observaron comportamientos reproductivos poco documentados: peces damisela cuidando sus huevos adheridos a la estructura metálica y cardúmenes que liberaban gametos en respuesta a las burbujas de los buzos.
La biodiversidad encontrada reflejaba además un fenómeno común en zonas biogeográficas de transición: la coexistencia de especies de aguas frías, propias de la corriente de Humboldt, con representantes tropicales. “La plataforma estaba ubicada en una zona de transición biogeográfica, lo que permitió registrar una mayor riqueza de especies que la observada en otros arrecifes naturales cercanos a la costa”, explica Moreno.
Los censos también revelaron una zonación vertical. En aguas poco profundas abundaban peces pequeños y especies herbívoras, mientras que en los estratos más profundos predominaban carnívoros de gran biomasa. Para los investigadores, este hallazgo es evidencia de un ecosistema estructurado, tróficamente complejo y saludable que difícilmente habría existido sin la presencia de la plataforma.
Impacto en pescadores y ecoturismo
El estudio no solo aporta datos científicos, sino también evidencia sobre las relaciones entre estas estructuras y las comunidades locales. Pescadores artesanales, cuyas embarcaciones ancestrales son reconocidas como patrimonio cultural, utilizaban la plataforma para realizar pesca con anzuelo, una técnica selectiva y sostenible que garantizaba ingresos diarios sin sobreexplotar los recursos.
Además, las escuelas de buceo de la zona aprovecharon la riqueza marina para ofrecer experiencias únicas a turistas nacionales y extranjeros. A ello se sumaba el avistamiento de aves y lobos marinos que utilizaban la plataforma como punto de descanso y alimentación. “Era un pequeño ecosistema integrado que beneficiaba tanto a la naturaleza como a las economías locales”, comenta Moreno.
Su retiro parcial supuso, por tanto, un golpe no solo ecológico sino también social y económico. Actividades ligadas al ecoturismo y a la pesca artesanal perdieron una fuente de ingresos estable, mientras que la biodiversidad concentrada en torno a la estructura quedó dispersa en un entorno menos favorable.
Una decisión tardía y un debate pendiente
El desmantelamiento de la plataforma respondió a la normativa vigente, que obliga a devolver el mar a su estado original tras culminar las operaciones extractivas. Sin embargo, la investigación demuestra que esta política no considera los beneficios ecológicos y sociales que pueden generarse con el paso de los años.
La experiencia abre un debate urgente: ¿qué hacer con las decenas de plataformas que aún operan en el mar peruano? Países como Estados Unidos o Malasia aplican programas de conversión conocidos como Rigs-to-Reefs, en los que se adaptan las estructuras para transformarlas en arrecifes artificiales seguros, sellando pozos y controlando riesgos de contaminación. En el Perú, en cambio, aún no existe un marco legal debidamente informado por la ciencia que permita tomar decisiones en esa dirección.
El reto para el futuro
“Nos preguntamos qué sucede con toda esa biomasa cuando se retira la sección de la estructura donde realmente se concentraba la vida marina. Es un impacto ecológico directo y también social, porque afecta a pescadores y operadores turísticos que dependían de ella”, advierte Cuba.
Lo ocurrido en Piura demuestra que las plataformas petroleras no solo representan riesgos ambientales durante las fases de instalación y extracción de hidrocarburos, sino también oportunidades inesperadas para la conservación y el desarrollo local. El desafío está en decidir, de forma temprana, si algunas podrán convertirse en aliadas de la biodiversidad marina.
El futuro de estos ecosistemas dependerá de que el Estado y el sector privado actúen de manera informada y oportuna. La experiencia de la MX-1 deja una lección clara: lo que se perdió no puede recuperarse, pero el precedente legal y la evidencia científica abren el camino para que otras plataformas no corran la misma suerte. El estudio de Cuba y Moreno nos recuerda que, incluso en lugares pensados para la explotación petrolera, puede surgir un hogar para la vida marina. Protegerlo a tiempo es, ahora, el verdadero desafío.