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Briozoos en la Antártida: investigadores peruanos identifican 36 especies, revelando la importancia de estos pequeños bio-constructores marinos

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Los investigadores peruanos Mariana Pita y Bernabé Moreno identificaron 36 especies de briozoos en la Antártida. Foto: Mariana Pita

En los fríos y poco explorados fiordos de la Antártida, un grupo de invertebrados diminutos ha cobrado protagonismo gracias al trabajo de investigadores peruanos. Se trata de los briozoos, organismos coloniales que, a pesar de su discreta apariencia, cumplen funciones esenciales en los ecosistemas marinos: desde la provisión de hábitat para otras especies hasta el secuestro de carbono azul.

Un reciente estudio publicado en el Ukrainian Antartic Journal reportó la presencia de 36 especies de briozoos en el Fiordo Mackellar, ubicado en la Isla Rey Jorge. Así, esta detección contribuye a llenar un vacío de conocimiento sobre la biodiversidad marina alrededor de la Estación Científica Antártica Machu Picchu (ECAMP).

La investigación fue desarrollada por la bióloga marina Mariana Pita, egresada de la Universidad Científica del Sur, como parte de su tesis de licenciatura, asesorada por el biólogo marino e investigador asociado de la Científica, Bernabé Moreno Leveroni. La investigación también cuenta con la participación de Aldo Indacochea, biólogo y docente e investigador asociado de la carrera de Biología Marina.

“Al inicio, mi curiosidad nació en las costas peruanas, cuando en un muestreo en Pucusana encontramos un organismo poco común. Descubrí que los briozoos eran un grupo poco estudiado en el Perú y en general en el mundo, y eso me motivó a dedicar mi tesis a ellos”, recuerda Pita.

El análisis, basado en muestras recolectadas durante cuatro expediciones científicas peruanas a la Antártida, permitió no solo registrar nuevas especies para el área, sino también generar la primera línea base de información sobre briozoos en el fiordo Mackellar. Este aporte es clave para futuros estudios en un contexto de cambio climático, donde los ecosistemas polares son especialmente vulnerables.

Moreno resalta la importancia de estos procesos formativos: “Cada estudiante que se involucra en estas investigaciones es una inversión a futuro. Mariana, por ejemplo, empezó a interesarse en los briozoos desde los primeros ciclos de la carrera, y su perseverancia permitió que este tema poco conocido se convierta en un artículo científico publicado internacionalmente”.

La experiencia también mostró cómo la relación docente-estudiante puede impulsar nuevos ámbitos de investigación. Lo que empezó como una curiosidad en clase terminó por abrir un campo de estudio en el que el Perú tiene mucho por avanzar.

Guardianes diminutos frente al cambio climático

Los briozoos, también conocidos como “corales de encaje” (aunque no son corales precisamente), son invertebrados bentónicos que viven fijados al fondo marino, en rocas, fango y otros sustratos como las macroalgas. Su papel en el ecosistema es más trascendente de lo que su tamaño sugiere. “Actúan como intermediarios en la transferencia de energía desde la columna de agua hacia el fondo marino. Además, al estar compuestos de carbonato de calcio, participan en el almacenamiento de carbono, lo que los hace relevantes en el ciclo del carbono azul”, explica Pita.

“El grupo de los briozoos queilostomados (pertenecientes al orden Cheilostomatida) es el más diverso y el que mejor contribuye a almacenar carbono azul. Sus estructuras permanecen en el fondo marino, facilitando el secuestro de carbono y dejando un registro que incluso interesa a los paleontólogos. El secuestro de carbono azul antártico es una de las pocas retroalimentaciones negativas frente al cambio climático”, complementa Moreno.

Pero su aporte no termina ahí. Algunas especies con crecimiento erecto y flexible pueden aumentar la diversidad local al servir como refugio para otros invertebrados e incluso más briozoos. “Son como los árboles de un bosque submarino: al desplegar sus frondas, crean espacios donde asientan otras formas de vida”, describe Pita.

Aunque no poseen el atractivo inmediato de corales o grandes peces, los briozoos pueden sorprender cuando se observan con atención. “Cuando uno los ve en una roca, parecen una costra o un alga. Pero bajo el microscopio revelan una complejidad y simetría que resultan fascinantes, incluso para quienes no son científicos”, comenta Moreno.

El desafío, coinciden ambos, es dar a conocer su importancia a la sociedad. Una mayor divulgación ayudaría a que estos organismos, invisibles para la mayoría, sean reconocidos por el rol fundamental que cumplen en el equilibrio de los océanos.

El futuro de los briozoos en el Perú

La detección en la Antártida también abre la puerta a reflexionar sobre lo que se sabe y lo que aún se desconoce de los briozoos en el mar peruano. “En nuestro país no contamos con especialistas en este grupo y la diversidad de briozoos en aguas peruanas no ha sido completamente mapeada. No es que tengamos baja diversidad, sino que no hemos estudiado lo suficiente”, advierte Moreno.

En contraste, países como Chile han avanzado de manera considerable en el estudio y mapeo de estos organismos, gracias a la existencia de especialistas como el recordado taxónomo Hugo Moyano. Otros lugares como Nueva Zelanda también destacan por su alta riqueza de especies y diversidad de formas de crecimiento, lo que demuestra el potencial de los briozoos como indicadores de biodiversidad. “Comparado con otros países, el Perú aún tiene un largo camino por recorrer en materia de briozoos”, agrega el investigador.

El estudio también tuvo sus desafíos. Investigar organismos tan diminutos requiere herramientas muy especializadas, como el microscopio electrónico de barrido, que permite observar con gran detalle la compleja morfología de los briozoos incluyendo la de sus zoarios – estructuras que permiten diferenciar entre especies. “Allí se aprecia su verdadera belleza, con estructuras intrincadas que revelan lo detallista que puede ser la naturaleza. Sin esa ayuda, es difícil lograr una identificación precisa”, señala Moreno.

Este tipo de equipamiento representa aún un reto para la investigación en el Perú, ya que su alto costo limita el acceso de muchos grupos de estudio. Contar con más instrumentos de este nivel fortalecería no solo el trabajo con briozoos, sino también con otros invertebrados marinos; por ejemplo, esponjas marinas, ampliando así el alcance de la ciencia marina en el país.

Para Mariana Pita, la experiencia de trabajar con ellos ha sido transformadora: “Quizás no sean el grupo más popular dentro de la biología marina, pero cada pequeño avance de conocimiento es un granito de arena que puede marcar la diferencia en cómo entendemos y protegemos nuestros mares”.

La identificación de estas especies de briozoos en la Antártida es apenas un inicio. El reto ahora está en mirar hacia el mar peruano y abrir un nuevo capítulo en la investigación de estos diminutos (pero trascendentales) organismos.

Investigadores:

Bernabé Moreno Leveroni

Contacto de prensa:

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