Investigaciones científicas Paper

Contaminación en playas: Estudio revela en qué periodo los cormoranes de la Costa Verde consumieron menos plástico

Compartir:

La disminución de actividad humana se relaciona con un menor consumo de plástico por parte de esta especie de ave marina

Desde un diminuto hilo del cordón de un zapato hasta las más complejas estructuras, el plástico está omnipresente en nuestro entorno. Este material, producto de la fusión entre carbono e hidrógeno, ha llegado a los rincones más remotos del planeta debido a la dependencia humana hacia él. Aunque su degradación puede tardar siglos, persisten muchas interrogantes sobre el impacto acumulativo que tiene en los ecosistemas.

En este marco, la pandemia de COVID-19 ofreció una oportunidad única para que los científicos evaluaran el impacto de la actividad humana sobre los espacios naturales. Este interés motivó a Laura Porras, egresada en biología marina por la Universidad Científica del Sur, a estudiar el impacto del plástico en las aves marinas de la Costa Verde, como los cormoranes neotropicales, conocidos localmente como cushuris.

Estas aves típicas de los trópicos y subtrópicos americanos, regurgitan bolos alimenticios diariamente, los cuales contienen material que no pueden digerir como huesos, caparazones y hasta piedras. A través del análisis de estos bolos, llamados pellets, y con el apoyo de la Unidad de Investigación de Ecosistemas Marinos de la Científica, la bióloga Porras encontró que, durante la pandemia, de cada 100 bolos solo 2 tenían partículas de plástico, mientras que antes de la pandemia 7 de cada 100 tenían plástico.

Sin embargo, aunque se evidencia a primera vista un descenso de más del triple de contaminación por ausencia humana, lo que ha sido importante de resaltar es cómo aun cuando la humanidad desapareciera de los ecosistemas naturales los remanentes de su paso se degradarían más lentamente al ausentarse el dinamismo de las actividades humanas.

“Una de las razones por las que nosotros creemos que hubo esta diferencia es por la actividad que tienen las personas en las playas, particularmente en la Costa Verde. En épocas sin pandemia y cuarentenas hay muchas personas que frecuentan las playas en la Costa Verde para recreación. La gente juega, se baña o pesca en la orilla, etc., y el movimiento dinámico, digamos de la arena y piedras, hace que las partículas de plástico que están en las playas se desplace más rápidamente hacia el mar, o que las personas introduzcan el microplástico en el mar (por ejemplo hilos de ropa sintética en las ropas de baño o pedazos de redes usados por los pescadores) lo que a su vez acelera el traslado del plástico de tierra al mar en comparación a meses sin presencia humana, explica el asesor de la tesis de Laura, Carlos Zavalaga, investigador titular en la Universidad Científica del Sur.

Metodología

La plasticosis es un término que se acuñó por primera vez el año pasado, utilizada para referirse a una nueva afectación que se origina cuando el ave ingiere plástico de una medida que no logra digerir, provocando que este llegue al estómago y entre en contacto con sus mucosas. De este modo, provoca un daño físico en el proventrículo (parte del estómago que digiere los alimentos) de las aves.

En el caso de los cormoranes neotropicales, la fragmentación acelerada de los plásticos en el ambiente aumenta el riesgo de ingestión. Estas aves, al confundir los microplásticos con alimentos, pueden sufrir de obstrucciones intestinales, desnutrición y exposición a toxinas liberadas por estos fragmentos.

La solución no radica únicamente en reducir el consumo de plástico, sino en adoptar una gestión responsable de los residuos. “Aunque no podemos evitar el consumo de plástico para evitar la contaminación, por lo menos debemos ser capaces de hacernos cargo conscientemente del plástico que llevamos a las playas” concluye el investigador.

Investigadores:
No hay investigadores
Contacto de prensa:

+51 962 744 069

ycollave@cientifica.edu.pe

kramirezp@cientifica.edu.pe