En un país donde las enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión y la diabetes afectan a millones de personas, un reciente estudio revela una preocupante realidad en el sistema de salud peruano: las personas que viven con dos o más enfermedades crónicas —lo que se conoce como multimorbilidad— tienen una mayor probabilidad de experimentar síntomas de depresión, ansiedad y estrés.
Actualmente, en Perú, aproximadamente siete millones de personas sufren de hipertensión arterial, que representa el 22.1% de la población mayor de 15 años, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) de 2022. Por su parte, las personas con diabetes suman más de un millón setecientos mil, según el Ministerio de Salud. Estas dos condiciones pueden presentarse de forma simultánea en un mismo paciente.
“El estudio nace de una pregunta muy concreta: ¿qué pasa con la salud mental cuando las personas no tienen solo una, sino múltiples condiciones crónicas?”, explica el Dr. Antonio Bernabé-Ortiz, uno de los autores e investigador titular de la Universidad Científica del Sur.
A partir de esa inquietud, el equipo se enfocó en tres dimensiones clave del bienestar emocional: síntomas depresivos, síntomas de ansiedad y estrés. Estas condiciones fueron analizadas en relación con el número de enfermedades crónicas que presentaban los participantes, demostrando que existe una clara asociación entre ambas dimensiones.
El estudio utilizó datos recogidos en el año 2017 de personas adultas de 30 a 69 años en zonas periféricas de la región Tumbes, mediante un muestreo aleatorio simple basado en el censo regional del 2014.
“A diferencia de estudios realizados en hospitales, que tienden a mostrar una prevalencia mayor de problemas de salud mental porque concentran a las personas con condiciones crónicas más severas (con complicaciones) y más tiempo de enfermedad, esta investigación se desarrolló en población general, lo que nos permite entender mejor la realidad de quienes viven con multimorbilidades en sus hogares y comunidades”, detalla el médico investigador.
El objetivo de esta investigación, realizada por Alejandro Angulo-Ramírez y Flavio Costa-Berlanga, egresados de Medicina Humana de la Universidad Científica del Sur, bajo la asesoría de Antonio Bernabé-Ortiz, tuvo el objetivo de comprender los vínculos entre las enfermedades crónicas físicas y la salud mental en la población adulta del país.
El estudio fue publicado en la revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública.
Cinco enfermedades crónicas, múltiples impactos
Entre las enfermedades crónicas evaluadas de forma completa se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, el accidente cerebrovascular (ACV), la enfermedad periodontal y la enfermedad de Parkinson. Además, se consideraron otros diagnósticos —como cáncer, arritmias o dislipidemia—, a través del autorreporte de los participantes.
Según el estudio, la prevalencia de multimorbilidad en la población adulta evaluada fue de aproximadamente 16%. Esto significa que uno de cada seis adultos presenta al menos dos condiciones crónicas, situación que puede desencadenar impactos significativos no solo en su salud física, sino también en su bienestar emocional.
“Cuando una persona es diagnosticada con una condición crónica, debe adaptarse a un nuevo estilo de vida, medicación continua y controles periódicos. Eso de por sí representa una carga emocional”, explica Bernabé-Ortiz. “Ahora, imaginemos a alguien que tiene tres o cuatro condiciones al mismo tiempo: la carga se incrementa y con ella, también el riesgo de desarrollar síntomas de salud mental”, añade.
Detrás de cada diagnóstico, una historia emocional
El equipo de investigación no solo analizó los datos clínicos, sino que también consideró variables sociodemográficas y conductuales. Factores como el sexo, la edad, el nivel socioeconómico, el acceso a seguro de salud, el estado laboral, la educación y los hábitos de vida (consumo de tabaco, alcohol y actividad física) fueron clave para entender el panorama completo.
“Se encontró que las mujeres presentan más síntomas de depresión y ansiedad, mientras que los varones tienden a experimentar más estrés. Además, se confirmó que, a mayor edad, existe una mayor probabilidad de acumular condiciones crónicas, lo que incrementa el riesgo de afectaciones en la salud mental”, detalla el especialista.
El estudio también advierte que la falta de empleo, el bajo nivel educativo o el no contar con seguro de salud agravan aún más esta situación, creando un círculo vicioso en el que las condiciones sociales, económicas y de salud se retroalimentan negativamente.
Recomendaciones: repensar el sistema de salud
Para Bernabé-Ortiz, los resultados de este estudio deben ser tomados en cuenta por los responsables de diseñar políticas públicas en salud. “Nuestra atención médica es muy vertical. Cada especialidad ve solo su parte: el cardiólogo trata la hipertensión, el endocrinólogo ve la diabetes, el nefrólogo los riñones. Pero no se ve al paciente como un todo. Esa fragmentación dificulta el manejo integral y afecta directamente el bienestar de las personas”, apunta.
Entre sus principales recomendaciones, destaca:
1. Tamizaje oportuno en salud mental: se deberían aprovechar los tiempos de espera en las consultas médicas para aplicar breves cuestionarios de detección de ansiedad o depresión. Esto permitiría derivar a los pacientes de manera oportuna a centros especializados.
2. Fortalecer la atención primaria: muchas de las enfermedades crónicas pueden manejarse adecuadamente desde los centros de salud, evitando la saturación de hospitales. Para ello, es clave dotar a estos centros de personal capacitado, protocolos clínicos actualizados y acceso a medicinas esenciales.
3. Capacitación del personal médico: es necesario que los profesionales de la salud sean formados para abordar los problemas de salud mental con la misma importancia que las enfermedades físicas. Asimismo, deben de contar con herramientas para comunicar adecuadamente los diagnósticos y tratamientos a pacientes con diferentes niveles de comprensión.
4. Campañas educativas y lucha contra el estigma: muchas personas aún temen hablar de su salud mental por miedo a ser juzgadas. Romper este estigma es fundamental para que más personas busquen ayuda sin sentirse culpables o avergonzadas.
5. Mejorar el acceso a los Centros de Salud Mental Comunitarios (CSMC): si bien estos espacios se fortalecieron durante la pandemia de COVID-19, todavía enfrentan desafíos como la escasez de psicólogos y psiquiatras, la alta demanda de pacientes y la falta de recursos. Se necesita una mayor inversión para garantizar su sostenibilidad y cobertura nacional apropiada.
Un llamado a mirar a la persona completa
Esta investigación representa un hito en el análisis de cómo las enfermedades crónicas afectan la salud mental de las personas adultas en el Perú. Más allá de los datos, el estudio pone en evidencia una necesidad urgente: dejar de ver a los pacientes por partes y comenzar a tratarlos como personas completas, con emociones, contextos y desafíos únicos.
“Hablar de salud mental en personas con enfermedades crónicas no es un lujo, es una necesidad. Si no abordamos ambos aspectos de manera integrada, seguiremos teniendo un sistema que solo responde cuando ya es demasiado tarde”, finaliza el experto.