Las macroalgas marinas pueden ser empleadas como fertilizantes y bioestimulantes en el crecimiento de diversos vegetales que se emplean en la dieta humana. También tienen la propiedad de mejorar los suelos agrícolas y vigorizar a las plantas, incrementando el rendimiento y la calidad de las cosechas. Esta práctica es menos nociva en comparación con el uso de productos químicos, lo que permite una agricultura más sustentable.
En nuestro país se ha identificado alrededor de 1700 especies de macroalgas, divididas en tres grandes grupos: rojas, pardas y verdes; estas poseen alto contenido de nitrógeno, aminoácidos esenciales, carbohidratos, lípidos, vitaminas, además de diversos minerales como el calcio, fósforo, potasio y magnesio y fitohormonas. Las plantas las asimilan muy fácil y las usan para crecer.
Para aprovechar este potencial, científicos del Laboratorio de Investigación en Cultivos Marinos (LICMA) y de la Carrera de Biología Marina de la Universidad Científica del Sur obtienen biofertilizantes a partir de cinco especies de macroalgas. Experimentan con diversas concentraciones y combinaciones de algas, que son colocadas en biodigestores. Con este proceso, se obtiene un fertilizante líquido que se agrega a las plantaciones de maíz y se evalúa su rendimiento.
Este proyecto, financiado por el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA) y la UCSUR, involucra a diversos gremios de pescadores artesanales como APROMAR y COTRAPALMAR y la empresa Acuicola Dorado.